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3 jun 2015

Y si no te morís: te mato.

Mis esfuerzos por entrar en silencio a la habitación fueron en vano. El piso de madera viejo, rechinaba como en las películas a cada paso que daba. La imagen de mi mismo resultaría en extremo cómica si no fuera por esa aura de ilegalidad que endulzaba el momento. Yo, caminando en puntillas de pie, intentando absurdamente alivianar mi peso, moviéndome con ese ruidoso sigilo (¡crunch, crinch!), mis ojos apenas abiertos como si el no mirar influyera en algo, mi rostro tenso se zambullía con cada paso en un sinfín de muecas de expresión. Comiquísimo.

Una vez del otro lado de la habitación tomé real conciencia de lo que estaba haciendo. Nunca había estado allí, nunca se me había permitido entrar a esta habitación, y recordarlo solo reavivó mi tan latente rencor que poco a poco se había ido adormilando. Una lágrima de rabia resbaló por mi mejilla. Recuerdo claramente que era de rabia; recuerdo su ardor insoportable que atormentaba en lo más hondo; y mi rostro se transformó una vez más, pude sentirlo. El calor subió a mi rostro y el desencanto inundó mis ojos. La mirada antes cálida, jovial, se había transformado en esa frialdad tan propia de aquellos que amamos con ansias de ser amados y recibimos a cambio los tratos propios de cualquier objeto descartable: somos descartados.

El silencio en mi actuar había pasado a un segundo plano, mi vista y mente nubladas coordinaban mecánicamente los pasos a seguir: abrí la mochila que llevaba al hombro de un tirón cuasi-trágico y tomé en mis manos el tarro de alcohol metílico y la cajita de fósforos. Abrí el tarro de otro tirón y arremetí de forma violenta contra todo a mi alrededor, especialmente su cama.

* * *

Aún en este momento me pregunto cómo no despertó. Comprendo si hubiera sido más calmo, calculador, o sofisticado a la hora de actuar; pero mi torpeza estuvo conmigo en todo momento. Me lo sigo cuestionando...

Mi obra de arte fue noticia. En el informativo fue punto de rating. Catalogaron al evento como «Joven de 17 años muere calcinado».

«Mamá, subí la tele, ¿te animas?»; y así lo hizo. «...como acaban de escuchar ustedes, de las palabras del Señor Comisario a cargo de la investigación, el joven de iniciales G. A. M. fue hallado muerto esta madrugada del jueves. Vecinos de la zona alertaron a la policía al notar las llamas que salían por la ventana de la habitación del joven. Según el informe oficial, se trataría de un homicidio, ya que se encontraron restos de alcohol y una caja de fósforos: los presuntos causales del incendio. La policía busca a un sospechoso. Según los vecinos; un hombre de entre 30 y 40 años de edad habría abandonado la vivienda dejando solo al joven minutos antes de que se produzca el incendio...»

«¡Ay! que horrible Fede... ¿te das cuenta?, tenía tu edad... ¡Ay! que espantoso Fede, que espantoso...»

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