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21 nov 2015

El «amigo» de Emma

En esta historia no hay cuidado por los sentimientos ajenos. No se tiene en cuenta situación social, religiosa, ni sentido del asco. Es la cruda verdad, así tal cual como ocurre (o mejor dicho, como ha ocurrido). Es una historia verídica, de la cual no tenemos más que vagos rezagos y pretextos, con los que me he dado el lujo de formar esta historia. No hay disculpas para adjudicar a nadie en concreto; y nadie en concreto debe leer esto. Simplemente está aquí, para ti, si tu capacidad de espanto, tu reflejo de vómito, y tu idea de moralidad, distan de ser corrientes. ¿Te sientes preparado?

Esto fue lo que le sucedió al amigo de un amigo; o dicho de otro modo: al «amigo» de Emma.

El «amigo» de Emma tenía entre 22 y 23 años cuando los eventos narrados dieron suceso. En esta repugnante historia, que se sucede con un sin—fin de pretextos narrados vagamente, se interioriza en la metáfora que, implícita en el hedor de los objetos, es digna de ser utilizada en futuras reflexiones. Estimados, los invito a hablar de las HEMORROIDES, y la MORCILLA.
«Mi amigo sentía este olor a morcilla, pero no sabía de donde venía», nos comenta Emma.
Las experiencias sexuales de los jóvenes actuales, incitan a realizar morbosas historias, y secundan innumerables leyendas urbanas...

Mi amigo [eliminamos el nombre para mantener el anonimato de esta persona] tuvo una experiencia de lo más desagradable. La cosa es que conoció a una señora mayor (tendría unos 45-50años). mayor que él me refiero, no que sea vieja ni nada. La cuestión es que se empezaron a ver en varios lugares y la señora lo invita a mi amigo (que tenía 22 años) a comer a la casa. Ta, mi amigo va lo más bien sin problemas... comen, todo bien hasta ahí; y bueno nada, después entran ahí [gestos] «en la movida».
Nada, mano va, mano viene, ropa afuera. Que se yo, todo normal. La cosa es que mi amigo entra a sentir el propio olor a morcilla, tipo re rancio. Agarra y me dice «boludo el propio hedor a morcilla mismo, y no entendía de donde mierda venía». Ta mi amigo baja [risas incómodas], ¿no? y ta... ahí se da cuenta que la mina tenía las propias hemorroides, tipo un asco mismo...
* * *
... y nada que va a hacer, siguió porque le dio tremenda lástima y no quería lastimar a la señora. Pero ta, se le bajó, y ta no garcharon.
Si un asco, aparte la vieja se re enamoró del pibe después y lo seguía a todos lados. [risas] Un viaje.
Y ta de ahí me quedó eso de que las hemorroides hieden a morcilla, y me decís morcilla y pienso en hemorroides. Una mierda.

— EXTRACTO DE UNA CONVERSACIÓN CON EMMA, RESPECTO A SU «AMIGO» —

En próximas entradas estaremos interiorizándonos aún más en las experiencias del «amigo» de Emma.

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