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8 dic 2015

El «amigo» de Emma (II)

Es hasta incluso icónico, el hecho de que existan en la realidad, historias que no solo nos sorprenden por su nivel de absurdo; sino también por su seductora veracidad en la narrativa. ¿Alguna vez te has puesto a pensar lo que sucede en un callejón oscuro, de algún barrio de Montevideo, a las 11 de la noche, de un martes cualquiera? Yo tampoco; hasta que me senté a hablar con el «amigo» de Emma.
Luego de aquella experiencia nefasta, que me llegó por medio de terceros, en mi labor periodística me sentí atraído por este personaje. Necesitaba conocer al «amigo» de Emma en persona. Y logré conocerlo, ayer.

Como ustedes ya sabrán, el «amigo» de Emma, es por excelencia aquel que, gracias a los efectos del alcohol (y algún que otro alucinógeno), narra con desagradable cantidad de detalles, sus experiencias en casi cualquier ámbito de su vida, con especial énfasis en aquellas que incluyen sus bastas experiencias en lo sexual. Tiene un talento especial para incomodar a cualquiera con el simple hecho de hablar sobre sí mismo, vergüenza ajena, solemos decirle a eso.

El «amigo» de Emma retrocede un poco más en la historia de su vida en este caso, hasta sus 19 años. Directo de la fuente original, es que contamos en este caso con mayor cantidad de detalles, de los cuales no vamos a eliminar ninguno. La verdad, así como es, cruda y cruel, es como debe ser contada. «...quería que le rompiera el culo ahí mismo, que gordo de mierda». Así es, en esta historia nos aventuramos en una experiencia homosexual, morbosa, y sumamente angustiante. ¿Estás preparado?

«Nada, lo cosa es que salí del gimnasio a eso de las 11 y pico de la noche, ¿no? Y nada cuando estoy ahí llegando a mi casa. Se me para una moto al lado. Un gordo, tez blanca, sin barba, pelo corto raro, ni idea que color de ojos tenía... 
La cosa es que me empezó a hablar. Más que a hablar me empezó a cargar: "Sos un pibe muy fachero che, yo estoy en la movida del porno, ¿viste? Tengo unas minas muy bien para armar algo... y necesito a alguien como vos".
Yo estaba re nervioso, te voy a ser honesto, porque mi barrio es re peligroso y roban todo el tiempo. Y estaba a media cuadra de mi casa, y no quería que el pibe se enterara donde vivía. Me siguió hablando, que quería hacer una porno, y que quería que esté en ella, y que me pagaba y no sé que. Y en una así de la nada me dice "¿Y no te animás al menos a pelarla, para ver nomás..." No sabía que hacer.
Yo quería que me deje en paz, y la verdad que no iba a pelar la chota en la mitad de la calle; y se lo dije. "Vamos al callejón de allá", me comenta señalando a la esquina (el que está en frente a mi casa, ¿ubicás?). Y accedí.
Me subo a la moto (porque me dijo que me subiera, porque él ya estaba ahí y me arrimaba. Era una cuadra, pero igual me subí). Llegamos al callejón, y le muestro ahí el amigo; y de la nada agarra y me sale con un "¿Me dejás chupartela?" No me dio ni tiempo a responder, el pibe ya se había arrodillado y le estaba entrando de bomba...[debo admitir que me generaba curiosidad el hecho de saber si al «amigo» de Emma, le iban los pibes, es decir si era gay; él muy reflexivamente me responde: «no soy gay, pero quería probar, o sea yo a esa edad no había estado con nadie, era virgen. Entonces el morbo de la situación: estar en la calle, un desconocido, de la nada, medio que quería probar si. Aparte estaba el tema de que le tenía un poco de miedo, al principio. Un poco de todo, ¿no?»].
Mientras el pibe está ahí chupándomela, se escucha a una vieja en la otra esquina (de la que acabábamos de venir) "¡Ay! ¡Hijo de puta! ¡Ayuda, ese hijo de puta me robó la cartera..!", y una moto pasó a todo lo que da por en frente del callejón.
Le dije "vámonos" (la ventana que tenía literalmente al lado se prendió, y ahí fue cuando se lo dije).
Me subí a la moto, como me indicó y llegamos a un campito que estaba ahí a unas cuadras también. O sea no era un campito, es una plaza llena de arbustos, y ahí seguimos con el trámite (risas).
Estaba con la chota en la nuca, y ahí me dice: "¡Quiero que me rompas el culo!", quería que le rompiera el culo ahí mismo, que gordo de mierda. "¡No!", le repondí, ni loco. O sea nunca había estado con nadie, y no iba a estar con ese gordo mugre por primera vez.
Le acabé toda la boca y la cara; con toda la rabia contenida adentro lo hice pija. Y el gordo hijo de puta se relamía. "Ay papi, que calentura, ¡me hiciste mierda!".
Ta se limpió ahí y me quería llevar a mi casa. Le dije que no quería, pero igual me llevó hasta dónde me habló por primera vez.
* * *
Toda esa semana estuve buscando si no aparecía un video mío por ahí...»

El «amigo» de Emma, personaje del under-Montevideo; nos sorprende una vez más con esta devastadora revelación. Ya volveremos con más historias de estas. Serán desagradables, serán bizarras, y serán muy inverosímiles. Pero hay algo que nos llama a escucharlo, a escribirlas, y a leerlas. El «amigo» de Emma, señoras y señores.

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