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23 abr 2017

Menamomelanoma

(Consultorio. En el escenario dos sillones enfrentados. GONZÁLO y la PSICÓLOGA se encuentran sentados en ellos)


PSICÓLOGA: ¿Y cómo has estado, Gonzálo?

GONZÁLO: Bien, creo que bien.

PSICÓLOGA: ¿Creo?

GONZÁLO: Bah no sé. No. ¿Mal? No sé, igual que siempre. Con estas dudas que me queman la cabeza. Es la misma mierda una y otra vez.

PSICÓLOGA: ¿Intentarte hacer lo que hablamos la otra vez?

GONZÁLO: ¿De qué hablamos, lo de escribir? Si, no sé. Que se yo. Es como que no puedo parar de pensar en esto y me da un toque de miedo… Estoy cagado hasta las patas porque no quiero… No sé, no sé.


Tintinean las luces.


PSICÓLOGA: Gonzálo, vos sabes que no sos tu padre, y que no te pasa lo mismo que a él.

GONZÁLO: ¿Lo sé? ¿Cómo mierda puedo saberlo? Vos me tenés que decir que no soy como mi padre, para eso estoy acá. Para que vos me lo digas, para que vos veas.... Pero yo no lo sé, no lo sé y tengo miedo… porque como…

No sé, no sé… tengo miedo. Tipo de no poder diferenciar. ¿Viste? Me da pánico solo la idea, de estar un día y que algo tome control de mí, tipo quedarme atrapado en mi propia mente… y no poder salir…

PSICÓLOGA: ¿Te ha pasado?

GONZÁLO: Si… El sábado. (Se levanta del sillón y se enfrenta al público). Estaba en mi casa, solo, y como siempre empecé a coquetear con la idea de perder el control. Y de gritarle a ese hijo de puta, y de clavarle un cuchillo en la mitad del pecho. Y poco a poco la mente se me fue embruteciendo, y la habitación se me venía encima y no me podía controlar. Y estaba todo oscuro, pero yo ya no estaba en mi cuerpo, era como que algo o alguien hubiera venido y me hubiera encerrado en mi propia mente, y empecé a temblar ¡Y NO PARABA DE TEMBLAR! Y se me llenaban los ojos de lágrimas y nunca había sentido tanto miedo en mi vida… porque estaba muriendo. Yo estaba desapareciendo en mi propio cuerpo, y nadie nunca se iba a enterar. Porque yo estaba ahí, pero yo no era yo. Yo estaba encerrado en esa mente tartamuda y no me podía controlar… y no podía parar de llorar. Y lloraba, pero no era yo el que lloraba, ¿entendés? Y podía escucharlo reírse de mí. Yo ahí indefenso.

PSICÓLOGA: (Levantándose) Gonzálo…

GONZÁLO: …Y mi brazo empezó a moverse una y otra vez, y mi piernas se empezaron a mover, ¡Y no me podía controlar! Y no podía hacer que se detengan. Y cuando quería acordar estaba afuera de mi casa, en la plaza, y no podía hablar… y necesitaba hablar con alguien. Pero cada vez que intentaba decir algo me ahogaba en mis propias palabras… ¡Auxilio! Quería gritar, pero nada. Y pensé con todas mi fuerzas en detenerme, pero no podía… no pude…


Silencio


PSICÓLOGA: ¿Gonzálo?

GONZÁLO: (Mirando al público) ¿Estás ahí?


Tintinean las luces.


GONZÁLO: ¿¡Estás ahí!?

PSICÓLOGA: Gonzálo, por favor calmate. No hay nadie allí.

GONZÁLO: ¡No me digas que me calme! No sos nadie para decirme a mí que me calme. ¿¡Qué me calme!? Cómo se atreve… ¿Quién se cree que es? (A la PSICOLOGA) ¿¡Quién te crees que sos!? Esta es mi vida ¡Mía! Es mi vida. Yo decido que hacer con mi vida, yo decido cuando calmarme y cuando no.

Yo no soy mi padre, yo sé que no soy mi padre… no necesito que nadie me lo diga…


Tintinean las luces.


¡Nadie! (Se ríe tristemente) Mi padre era un esquizofrénico de mierda, vos lo sabés. Bah, no sé si esquizofrénico; pero era una mierda de ser humano. ¿Te acordás que te conté que cagaba a piñas a mi vieja? ¿¡Te acordás o no te acordás!? Pero la muy puta (Suspira tristemente), la muy puta lo siguió defendiendo, todo el tiempo. «¡No es su culpa Gonzálo está enfermo!», y la mongólica con el ojo enchastrado en sangre de la piña que le acaba de pegar el gordo de mierda. Y a esto yo que tengo ¿6 años?, ¿7? ¿¡Qué clase de vida puede esperar un pendejo con esa madre y ese padre? (Mirando al público) ¡Vení a defenderlo ahora mongólica!


Tintinean las luces


PSICÓLOGA: Gonzálo ya hablamos de esto…

GONZÁLO: (Riendo cruelmente) Y si es de la única mierda de la que hablamos, del gordo hijo de puta ese. Porque me cagó la vida, por eso. Todo se reduce al hijo de puta ese. ¿Vos podes creer que lo soltaron? ¡Lo soltaron! Son una manga de mierdas todos, ¿Cómo vas a soltar a un pedazo de mierda como ese? (Mirando al público) Está ahí. En todos lados.

PSICÓLOGA: Gonzálo…

GONZÁLO: (a la PSICÓLOGA) Yo no quería, no quise... Yo no soy así, yo soy diferente. No soy él (Mirando al público) ¡Yo no soy vos!

Igual, ya pasó. Todo esto ya pasó. Ya pasó. No va a volver a joderme la vida.

PSICÓLOGA: ¿No pensas hablar con él?

GONZÁLO: Ya hablé con él. Hablamos todo lo que teníamos que hablar.

PSICÓLOGA: ¿Cuándo?

GONZÁLO: El sábado.


Tintinean las luces.


PSICÓLOGA: Gonzálo… Gonzálo: ¿qué pasó el sábado?

GONZÁLO: (Mirando a las luces) ¿Le pasa algo a las luces?


Vuelven a tintinear las luces. Se escuchan ruidos de sirenas en el fondo. 


PSICÓLOGA: (Muy nerviosa) ¡Gonzálo! Necesito que me digas que pasó el sábado.

GONZÁLO: Están tintineando desde hoy. Pero no me había dado cuenta hasta ahora.

PSICÓLOGA: ¿Qué luces? Gonzálo, necesito que me digas que pasó el sábado.


Vuelven a tintinear las luces.


GONZÁLO: ¡Ves! ¡Tintinean! ¿Por qué tintinearan las luces?

PSICÓLOGA: Gonzálo escuchame… (Mira nerviosamente hacia fuera de escena y se vuelve para hablarle a GONZÁLO) es muy importante que me digas lo que sucedió el sábado.

GONZÁLO: (Sonriendo) Hablamos… Hablamos de la vida; y un poco de la muerte también.


Se apagan las luces. Se vuelven a escuchar el ruido de sirenas; y el golpear de la puerta del consultorio.


POLICÍA: (Fuera de escena) ¡Policía, abran la puerta!

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