Buscar en el blog

30 oct 2020

Relatos de un joven prodigio

Hace ya dos horas que estoy en este bar, esperándote. La espera es absurda, lo sé, pues nunca quedamos en vernos aquí, pero igual te espero.
Te busco con la mirada mientras anoto en este cuadernito algunas líneas, bebo algunos tragos de mi cerveza, y te busco. Te busco.
¿Qué pensarán de mí esos que están en frente?
Seguro que piensan que soy un boludo. Yo lo pienso. Yo pienso que soy un boludo.
"¿Flaco, tenés un pucho?", Me pregunta un pibe a mi derecha. Lo miro unos segundos y le arrimo la caja de Phillips Morris grande que compré hace un rato, deben quedar unos 5 nada más.
"¿Tenés fuego?" Acotó mientras le arrimo el encendedor negro. Sonríe y lo agarra. Se prende el pucho, me agradece y sigue en la suya. Yo, por mi parte, sigo en la mía.
Nunca quise empezar a fumar. Es un hábito que detesto. Recuerdo que cuando era chico, con mi hermana y mis primos, le escondíamos los cigarros a mi tía. "La búsqueda del tesoro", le decíamos. A la tía no le gustaba nada eso. Se re calentaba y nos pedía una y otra vez que se los devolviéramos. "Te hacen mal, tía", respondimos siempre. "Te vas a morir si seguís fumando".
Me río pensando eso mismo ahora, en este bar de mierda. Obvio que nos vamos a morir. Todes vamos a palmar en algún momento. 
Y mientras pienso en la muerte, te sigo buscando con la mirada. Te busco.
No sé si este es un bar al que solés frecuentar (no sé si sos de ir a bares tampoco).
Saco otro pucho (me quedan tres), lo prendo, e inhalo una larga y desagrdable bocanada de humo llena de productos que me hacen mierda los pulmones. La simple idea me tranquiliza.
Hace años que no me intento tomar la vida. El dramatismo del cuchillo sobre la muñeca es un cuento de antaño. Hoy es más divertido matarse de a poco. A puro pucho.
"¿Feli?", me llama una voz, miro y sonrió condescendientemente. Ni puta idea a quien miro.
"¡Qué haces botija!", exclama el conocido.
Respondo con calma, y quedamos en un "hay que verse".
Se me termina la pinta, y prendo otro pucho. Me las tomo del bar del que no apareciste, y me dirijo a casa. Nuevamente solo, con esta impresionante sensación de absoluto vacío y completa desazón.
Y de mientras, te busco. Te busco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario